lunes, 21 de abril de 2014

“Es de bien nacido ser agradecido”

Hoy he vuelto la vista a atrás y me he acordado de una de tantas historias que sucedieron durante la guerra civil. Ésta no es de tiros, ni tampoco es la típica batalla con heroicidades que normalmente se cuenta.

La historia de este post, sucedió en uno de tantos  pueblos, una vez ya  finalizada la guerra civil, y cuando el hambre y las enfermedades eran algo demasiado corriente, y sólo unos pocos podían permitirse el lujo de comer caliente todos los días.

Bien es sabido que después de la guerra muchísimas personas fueron perseguidas por luchar bajo la bandera republicana, ya no por sus ideas, sino por la propia localización geográfica. Pero no quisiera desviarme del tema así que procedo a relatar lo sucedido.

Era una noche cerrada de invierno de finales del año 1939, y el protagonista de esta historia y sus hermanas, estaban en su casa dispuestos  a irse a la cama, cuando, de repente, escucharon varios golpes muy fuertes en la puerta. Él, se levantó y fue a abrir, no sin miedo por otra parte, ya que no se sabía la clase de gente que podría aparecer por aquel entonces.

Al abrir la puerta se encontró a un hombre, sudoroso y asustado, pidiéndole que por favor le dejara entrar en su casa, porque le estaban buscando para ajusticiarlo, presuntamente, por motivos políticos. El aldeano, sabiendo lo que era eso, y después de haber luchado en una  guerra, aunque “sólo” de panadero, lo acogió en su casa sin preguntar y lo ocultó durante varios días hasta que pasase todo.Bien es cierto que por aquél entonces, se estaba jugando el cuello, ya que más de dos y tres veces, la guardia civil preguntó por el paradero de este fugitivo y la respuesta siempre fue la misma: “No sabemos quién es”.

Durante ese tiempo, la familia se volcó con este hombre, sin conocerlo de nada, le dieron comida, bebida, y sobre todo un techo, de manera altruista y desinteresada hasta que, finalmente, pudo marcharse y seguir su camino, a donde quiera que fuera.Pasaron los años, y, como es lógico, la historia fue olvidada, pero, como siempre digo, las cosas siempre ocurren por alguna razón y, he aquí lo que sucedió.

Una mañana, nuestro protagonista, estaba en el mercado del pueblo con un caballo, repartiendo pan, como de costumbre, cuando, desafortunadamente, se le escapó el caballo y destrozó algunos objetos de un puesto. El tendero salió hecho una furia y casi se enzarzan en una pelea, cuando, apareció un hombre, que parecía ser bastante importante, que le dijo al tendero, “si toca a este hombre, le mato”.

Nuestro buen amigo se quedó atónito por las palabras, y le preguntó quién era, a lo que el hombre  contestó: 

“Veo que no se acuerda de mí, pues yo sí que me acuerdo de usted. Yo fui el que acogió en su casa cuando me perseguían” y después de una breve conversación, desapareció, y no volvió a verle nunca más, pero, seguramente, dejándolo con una gran satisfacción, al ver que su buena acción había tenido recompensa, y es que, amigos, nunca se sabe cuándo nos devolverán un favor, de ahí el dicho “Es de bien nacido ser agradecido”.     

4 comentarios:

  1. Muy interesante esta última entrada, de verdad porque por un lado relatas algo que sucedió en el pasado en una época complicada y por otro, plasmas sucesos humanos y humildes de personas que fueron partícipes de dichas experiencias. Pero lo que de verdad importa es ver o más bien, comprobar cómo la vida, a veces, recompensa los actos bondadosos. Nunca se sabe las vueltas que puede dar la vida y esto es un ejemplo de ello. Sigue escribiendo tal y como lo haces y te animo a que no tardes demasiado en publicar una nueva entrada.

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  2. Muchas gracias por tu comentario, ésa era exactamente la intención de dicho artículo, gracias otra vez por haber entendido el verdadero significado. Un saludo y hasta otra.

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  3. Qué bueno Francisco. Qué grandes verdades dices y que bien lo cuentas. Un saludo

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    1. Muchas gracias psicolec por tus palabras. Uno hace lo que puede, recuerda historias y las cuenta como puede. Gracias por leerme un saludo.

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