jueves, 26 de marzo de 2020

LA PRIMERA BATALLA


El siguiente relato no pretende ser fiel a la historia, simplemente es una dramatización del desarrollo de un episodio de la conquista de América…


"Extraído del diario de un soldado español llamado Ortuño…" 


Octubre de 1492 en algún lugar de Guanahani (San Salvador).


El almirante descendió con paso firme a tierra. El sol brillaba y gotas de sudor se escurrían por nuestros yelmos. El casco nos molestaba y muchos de nosotros nos lo quitamos para poder respirar mejor el aire de la isla. 

Después de que Colón se arrodillara y clavase una cruz en la tierra y un sacerdote bautizara la isla con el nombre de San Salvador, el resto de la tripulación desembarcamos las provisiones y todo el armamento que llevábamos a bordo. Tras la tortuosa travesía que casi supuso la pérdida de una de las carabelas, este era el momento que estábamos esperando, por fin se había descubierto una ruta hacia Cipango (Japón) por el oeste, lo que demostraba la teoría de que la Tierra era redonda.


24 de diciembre de 1492


Colón ordenó a un grupo de marineros buscar provisiones en las inmediaciones de la isla, ya que el viaje había sido tortuoso debido a las inclemencias del océano y sobre todo a que, la distancia de los mapas que llevábamos para guiarnos era errónea ya que el océano Atlántico era mucho más extenso de lo que imaginábamos.


26 de diciembre de 1492


La humedad era enorme y nos vimos obligados a quitarnos la armadura y el yelmo para poder soportar la humedad. Nuestras caras denotaban cansancio, y muchos sufrían mareos por ser la primera vez en meses que pisaban tierra firme. La Santa María había embarrancado con lo que era imposible volverla a sacar a flote. 


Por fin regresó la expedición anunciando que había encontrado un claro a unas pocas millas de la playa, lo suficientemente grande como para que se pudiera montar un fuerte y la única manera de construirlo era con los restos de la Santa María la cual, después de habernos traído a estas lejanas tierras tendría un final digno de la magnífica nao que era.


Lo primero que se tenía que hacer era descuartizar la nao, y aprovechar hasta la más mínima astilla de madera que pudiéramos. Por suerte era una gran nave con una gran eslora y habría madera de sobra para alcanzar nuestro propósito.


Era una tarea ingente ya que cada trozo que salía de la nave había que guardarlo como oro en paño. Por suerte, contábamos con un excelente cuerpo de zapadores que supieron sacarle el máximo partido a cada madero de la nao capitana.


Pasaron varios días y poco a poco el fuerte empezaba a tomar forma. Por increíble que parezca la nao Santa María tenía madera de sobra para construir el fuerte sin problemas. 


Lo primero que se hizo fue delimitar el terreno para construir las empalizadas, éstas debían ser altas para evitar incursiones de nativos, si es que los hubiera, y robustas para evitar que lo asalten con facilidad.


El fuerte tenía cuatro torres de defensa lo suficientemente altas para poder ver a través de la inmensa selva. En su interior cavaron un gran foso donde se construyeron cabañas para los soldados a modo de viviendas. 


Nuestro almirante siempre previsor, pensó en reforzar las inmediaciones del fuerte con una especie de surcos a modo de trincheras para disuadir a los nativos de posibles ataques.


Los 39 valientes.


4 de enero de 1493


Tras 9 días de arduo trabajo, la mañana del 4 de enero de 1493 se dio por terminado el Fuerte de la Navidad y esa misma noche, el destacamento festejó con bailes y una gran fiesta hasta el amanecer.


- ¡Buen trabajo muchachos! – Dijo el sargento Alvarado que fue encargado por el propio Colón para la supervisión del destacamento – vamos a cantar un poco para celebrarlo. Dentro de la tropa había un soldado a quien todos le conocían por su facilidad para componer odas, de ahí que le llamaran “el poeta” y el sargento se dirigió a él y le dijo:


- Poeta, ¡en pie! – le ordenó.

- Si sargento – respondió éste.

- Sé de tus artes para componer poesías y cantares en cualquier situación, creo que la ocasión lo merece así que ¿podrías complacernos cantando una canción?

- Claro señor, deme un momento – contestó.


Tras unos minutos de silencio en el que todos esperaban la canción por fin “el poeta cantó”:


“Desde España hemos venido,
Atravesando la mar, hasta Cipango
Llegamos y aquí tenemos que estar.
Nuestro gran almirante una orden sola mandó:
Defended con vuestra vida, la honra que Castilla os dio.
Como recios castellanos prestos debemos estar y abatir al
Enemigo que a nos quisiera atacar.”


Nada más terminar todo el mundo aplaudió al “Poeta” y fueron vítores y gritos de ánimo, tal era el ánimo de la tropa que el sargento Alvarado esa noche pidió ración doble para el trovador que con su ingenio había enardecido a todo el destacamento.


El destacamento de 39 hombres no fue elegido al azar. Colón sabía que esos 39 hombres eran los más capacitados para esta encomienda y no se equivocaba…


Recibieron provisiones para un año, las cuales incluían, madera, trigo y otros alimentos para su supervivencia.



Febrero – Noviembre de 1493

Los indios taínos


 Durante los siguientes meses los hombres del fuerte de la Navidad tuvieron que convivir con los nativos americanos de la zona. Al principio la convivencia fue más o menos pacífica, pero, las ansias propias del confinamiento en el fuerte, fueron el detonante para que los soldados fueran al poblado de los indios taínos y arrasaran sus tierras llevándose con ellos a las mujeres de éstos últimos para satisfacer sus deseos carnales.


Por todas estas afrentas, el jefe de los indios taínos decidió consultar al behique, que era una especie de hechicero de la tribu para determinar que podía hacer y esto fue lo que le dijo:


- “Las águilas plateadas no han respetado a nuestro pueblo es hora de que aprendan una lección”.


El behique [1]respondió: 


-“Yocajú Bagua Maorocotí escucha nuestra plegaria, aplasta a las águilas plateadas y aléjalas de nuestra tierra sagrada”.


De inmediato sonó un gran trueno que retumbó y una fuerte lluvia empezó a caer en grandes cantidades en toda la isla. A continuación toda la tribu empezó una danza siniestra en la que utilizaban cráneos partidos a la mitad a modo de máscaras y como si estuvieran poseídos por el mismo demonio empezaron a saltar sobre una hoguera mientras el behique pronunciaba más sortilegios con el ánimo de infundir fuerzas en los guerreros de la tribu.


De repente los cuerpos de los guerreros emanaron una luz azulada como si hubieran proyectado su aura, sus ojos se tornaron de un rojo sangre fantasmagórico y de repente se sintieron vigorosos y con fuerzas renovadas, dispuestos a combatir con uñas y dientes la invasión extranjera.


No debemos olvidar que al contrario de lo que pudiera parece, los indios taínos tenían una sociedad fuertemente organizada con lo que es de suponer que su ejército también lo estuviera ya que iban de isla en isla arrasando a la población autóctona.


Pronto se estableció un gran ejército con guerreros de todos los cacicazgos de la isla, Marién, Maguá, Maguana, Higüey y Jaragua.



La maldición. 20 de noviembre de 1493


Esa mañana se acercó en son de paz hasta el fuerte, el behíque de la tribu taína y pidió hablar con el jefe al mando. Cuando salió, éste le dijo que venía en son de paz, y le ofreció como prueba de buena voluntad un amuleto en el que estaba tallado la figura de un cemí. 


Los cemís o cemíes eran dioses protectores taínos, es por ello que siempre llevaban colgados al cuello este tipo de amuletos, para que les confirieran protección, pero lo que los españoles no sabían era que si el amuleto era portado por alguien no taíno ejercería sobre él y los que estuvieran a su alrededor el efecto contrario.


El behique se alejó con una sonrisa maquiavélica en los labios, mientras que el capitán de guardia enseñaba el colgante a sus compañeros y se lo colgó del cuello.


Aquella noche durante la cena, los soldados estaban entusiasmados con el colgante del behique y se lo pasaban de mano en mano riéndose y burlándose de la inocencia de los pobres indígenas. 


Ya de madrugada, los soldados se sobresaltaron al ver cientos de antorchas encendidas delante del fuerte. Inmediatamente sus ojos divisaron seres con cabezas de jaguar, abriendo las fauces, otros parecían hombres-caimán con dientes muy afilados y otros parecían gigantes de ojos rojos encendidos con grandes lanzas. El pánico cundió entre los soldados al verse atacados por semejantes seres. 

Algunos se quedaron inmóviles por el miedo, momento que aprovecharon los asaltantes para asestarles un golpe mortal. El fuerte era un caos de llamas y gritos, muchos intentaron recoger las armas pero les fue inútil ya que el enemigo campaba a sus anchas descuartizando a los pobres soldados españoles. 


En cuestión de pocos minutos el fuerte fue reducido a cenizas y humo.

Las cabezas de los 39 soldados muertos fueron clavadas en lanzas a las puertas del campamento modo de advertencia mientras que el resto de los cuerpos quedó esparcido en el campo de batalla.


Epílogo 


28 de noviembre de 1493


Las naves castellanas arribaron a la costa donde se encontraba el fuerte, pero sólo pudieron hallar un montón de cadáveres desperdigados. Las caras de asombro y consternación de la tripulación eran sólo una prueba más de la matanza que estaban contemplando. Colón lanzó al aire un grito y juró venganza… (LA LIBRERÍA DEL NUEVO MUNDO, 2020).


Referencias

LA LIBRERÍA DEL NUEVO MUNDO. (26 de 03 de 2020). HISTORIA DEL NUEVO MUNDO.
Obtenido de 








[1] Sacerdote Taíno

2 comentarios:

  1. Aquellos años de descubrimiento de nuevas tierras para la Corona Castellana fueron años de asombro y también de escaramuzas; desmantelar los barcos es una declaración de intenciones en toda regla: voy a quedarme aquí a toda costa.

    También hay mucha magia en la América precolombina, dioses ignotos, maldiciones, pero nada de eso fue capaz de parar la rueda de la colonización y el progreso. Algo que también ocurrió aquí con el Imperio Romano, sin ir más lejos.

    A colación de este fascinante relato estilo diario, hay una serie en Amazon Prime, llamada Hernán, que relata las peripecias de Hernán Cortes y la Melinche y sus escaramuzas con Montezuma. Todo ese periodo de expansión y conquista, a veces pacífica, a veces violenta, cambiaría el mundo.

    Desde luego no quisiera yo haber sido un soldado de esos. A todo punto escalofriante. Un saludo.

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    1. Muchas gracias por tu comentario. En relación con la serie no la he visto pero he oído hablar muy bien de ella. Si puedo la veré. Me alegra que te haya gustado, siempre intento ponerme en la piel del personaje para transmitir emociones ya que creo que es lo que hace más llevadera la lectura. Nos leemos en el próximo post. Un saludo y gracias de nuevo por seguirme

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